Una visión para Quito

Mariana Landázuri Camacho

Un telar con material desechable se teje para unir la cascada de La Chorrera, en el monte tutelar de la ciudad, con la quebrada de la Av. 24 de Mayo para señalar por dónde corría el cauce natural del río Machángara. En tramos de 5 metros se van construyendo los 2.5 km de recorrido.

En tiempos de revocatoria sale a la palestra la idea de que no hay una visión para la ciudad, alguna meta, una gran acción movilizadora que nos englobe como capital. La propuesta es reflexionar aquí sobre por qué no la tenemos o, quizás mejor, cómo articulamos en una tal visión la que vienen proponiendo un puñado de colectivos ciudadanos.

Quién sabe si la humanidad misma tenga rumbo este momento, cuando de lo que se habla internacionalmente es de que estamos haciendo todo como para llegar a una sexta extinción masiva de la vida. Aunque quizás estas no sean las molestias quiteñas, este imperativo nos exige girar el timón.

Podemos admitir que es muy difícil crear rumbo en una sociedad citadina tan distraída en tantas direcciones distintas. O que construir una meta exige un enfoque colectivo decidido y que una vez aclaradas algunas prioridades, estas demandan enormes esfuerzos, o así nos parece.

Ninguna de las premisas anteriores es popular en estos tiempos precarios, pero tampoco lo han sido en tiempos de bonanza. La inercia juega sistemáticamente en contra. Lo que admira en ese clima es que haya ciudadanos que enarbolen el tema… y logren incidir.

He aquí una apretada lista relativa a los ríos, solo de los años más recientes:

  • 2022 el río Monjas logra ganar una demanda después de perder en las primeras instancias judiciales. El fallo exige a la municipalidad elaborar una normativa que precautele todos los ríos del cantón.
  • 2023 se aprueba la ordenanza Verde-Azul con presencia de varios colectivos que actúan como colegisladores.  Se crea por primera vez una Unidad de Microcuencas para cumplir la misión del fallo.
  • 2024 esta vez el río Machángara gana un fallo judicial que exige su descontaminación, y la noticia concita interés internacional. El Municipio apela la sentencia.
  • 2025 se presentan los planes de manejo que exige la ordenanza Verde-Azul y se llega a un acuerdo parcial entre el Municipio de Quito y los accionantes (quienes interpusieron la acción de protección del río), para la descontaminación del Machángara.

Incidir tan fuertemente en la política pública puede entenderse de muchas maneras distintas. Una es que hay un amplio margen de acción que la ciudadanía ordinariamente no ocupa; y cuando lo hace, llena vacíos y plantea enormes retos a cualquier administración municipal.

Limpiar nuestros ríos es tarea nada fácil (solo en quebradas hay más de 800). Por eso se la ha venido toreando ya varias décadas. El grueso de la población únicamente quiere que le llegue el agua, qué importa de dónde venga o cómo se vaya. (Materia para otra reflexión.)

Descontaminar el Machánga es un propósito para varias administraciones consecutivas y quizás por eso mismo puede convertirse en ese gran sueño de largo alcance para la ciudad. De hecho la idea ha estado latente en la intención ciudadana en distintos períodos municipales de este siglo. La última vez la disyuntiva fue entre el Metro o el río. Y para allá se fue el dinero.

Ahora que la propia ciudadanía hace reflotar el deber legal, ambiental y moral de sanear su río, hay expectativa. ¿Será que con solo un acuerdo parcial ante una sentencia el Machángara se puede salvar? Ese acuerdo no ha llegado a determinar plazos, estrategias, la reubicación de viviendas en zonas de riesgo ni un plan integral con indicadores de avance. Pero es un punto por el que empezar.

Empezar a ver nuestros ríos. En la ciudad de Cuenca sus habitantes los miran todos los días al cruzarse con ellos a nivel. Eso permitió que los ciudadanos huelan el mal olor y exijan cambios. En Quito los ríos corren abajo y es fácil ignorarlos. Bajar a limpiar sus riberas en mingas hace no solo amarlos, sino convierte el acto en una fiesta. Lugares que se percibían hasta como guaridas reciben ahora nuevos árboles y cactus de la zona, se retiran las plantas invasivas y se despeja el ojo de agua prístina que sale del Panecillo y bendice el cauce.

Esa es nuestra tarea como ciudadanos para construir la visión que nos falta. Ese tejido social es la mejor barrera contra el mal que la está destejiendo en todo nuestro amado país. 

@guardianas_rio_machangara                            guardianas.machangara@gmail.com